martes, 9 de agosto de 2011

Con la muerte en la mochila

Compartimos esta nota del la Revista Análisis.
Puede leerse completa en la revista impresa o casi completa en el siguiente link
http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=941&di=1&no=150896


La historia de un peón intoxicado abre la discusión sobre el modelo agrícola

El fallecimiento de un obrero envenenado con herbicidas en la estancia de una multinacional europea en Colón desnudó el cinismo con que tratan a los empleados los poderosos, amparados en la permeabilidad de las normas de agrotóxicos. Los protagonistas denunciaron a ANÁLISIS detalles inquietantes de su lucha desigual, repudiaron los padecimientos que debió sufrir el obrero y explicaron el abismo que existe entre empresarios que multiplican sus ganancias multimillonarias y sus trabajadores sometidos a servidumbre. Mientras el oficialismo y las oposiciones en la Legislatura entretienen a expertos que denuncian el crecimiento de un listado malformaciones, los resultados de una investigación sobre la contaminación en peces del río Uruguay avivó la polémica sobre el uso de sustancias cancerígenas a dos bandas.
Daniel Tirso Fiorotto
(Especial para ANÁLISIS)


Con la piel quemada, pelada, destruida murió Daniel Ortiz tras una larga postración. Durante su agonía, las cámaras legislativas aceptaron debates sobre la aplicación de agrotóxicos a los que asistieron menos del 10 por ciento de los legisladores, y aún los que se hicieron presentes sostienen en sus partidos el modelo agrícola de escala, para pocos.
Para saber lo que padece un criollo argentino en la estancia de una multinacional, por la manipulación de productos químicos, y calibrar cómo el Estado protege a los grupos poderosos y abandona a los proletarios, hay que conocer la vida y la muerte de Daniel Ortiz.
Ortiz llegó de la provincia de Misiones por una oferta de empleo, y le asignaron una tarea de alto riesgo en la estancia La Pellegrini de la poderosa española Iberpapel. Se trata de empresarios que mostraron también su modus operandi en la construcción de un terraplén de 8 kilómetros sin autorización, en la zona de Liebig, con la conocida estrategia del hecho consumado, pero no les salió bien por la lucha de los ambientalistas y deberán destruirlo.
En febrero pasado la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) pidió informes a España sobre Iberpapel, porque hubo denuncias por personal precarizado trabajando en tareas de desmonte en Entre Ríos. 
Iberpapel aclaró entonces que sus tierras fueron arrendadas a Celulosa Argentina, y que esta empresa contrató a Movifor SRL, de modo que entre propietarios, arrendatarios y contratistas, todos de afuera de la provincia, nadie se hizo cargo del estado de los trabajadores.
Celulosa Argentina es del grupo Tapebicuá, de inversores extranjeros encabezados por Douglas Albrecht (presidente de Tapebicuá y de Celulosa Argentina, y director en Patagonia Bioenergía, que compite entre los principales productores de biodiesel del país).
Cazenave y asociados, Patagonia Bioenergía, Energía y Soluciones SA, se vinculan en materia de producción y combustibles, y están conectados con las principales firmas multinacionales de los agronegocios y los principales organismos financieros del mundo como el HSBC del Reino Unido.

sábado, 6 de agosto de 2011

VOLVER A LA TIERRA QUE NOS ALIMENTA

Compartimos en plenitud este documento del GRR


VOLVER A LA TIERRA QUE NOS ALIMENTA
Ante los tremendos sucesos que se han desatado en la provincia de Jujuy, tenemos el deber de manifestar en principio, nuestro total apoyo a las luchas de todo un Pueblo por recuperar su dignidad perdida.  Estamos convencidos que la destrucción de la cultura agraria y campesina  es la causa principal de los actuales desastres y colapsos sociales que arrojan a los pobres a los márgenes urbanos sin otro destino que depender de los planes asistenciales y de la voluntad de los gobiernos de turno.
De tal manera estamos reclamando ahora una reparación histórica, estamos reclamando volver a la tierra que nos da el sustento. Han  estallado los moldes y los limites que los grandes propietarios agroindustriales habían impuesto y hoy pareciera que  nada detiene a los pueblos en su búsqueda de un “buen vivir” que significa antes que otra cosa, volver a tener una relación directa con el terruño, como nuestros ancestros, y recuperar el sentido de ocupar la tierra para trabajarla y alimentar a nuestras familias.
Sabemos de las terribles necesidades y carencias de nuestros hermanos pero también estamos convencidos de que no es solución ocupar un terrenito de escasas dimensiones y plantar una vivienda, cuando lo que hace falta es buscar recuperar el sustento cotidiano, y esto sólo puede  lograrse  con un pedazo de tierra para poder sembrar y cultivar, para poder tener unos animales y un horno de barro.  A partir de estas pequeñas cosas se puede acceder a una vida digna sin tener que depender de las ayudas y los bolsones, ni caer en el supermercado para las necesidades alimentarias básicas.
No podemos conformarnos con pedir el lotecito para asentarnos, eso es acentuar la dependencia de los poderosos,  la vivienda llega cuando la tierra comienza a dar sus frutos y estamos seguros que nos equivocamos si pedimos “vivienda para todos”, tenemos que reclamar “tierra para todos” en la cantidad necesaria, quizás ¼ de hectárea o acaso más, para poder autosustentarnos y ser libres en nuestras decisiones.  Desgraciadamente las tierras para cultivo están en manos de los poderosos, y todavía se sigue desmontando para plantar soja o caña de azúcar.
Creemos que lo que está en discusión es la dimensión vital de la tierra y no únicamente su función social. Tenemos que volver a producir nuestros propios alimentos y recuperar la dignidad que solamente da el trabajo de nuestras manos y la agricultura familiar. Vayamos por más, no caigamos en la trampa urbana del lotecito de 10 x 30 metros , porque eso nos deja atados a la precariedad y la ayuda interesada.
Estamos en lucha por otro país mejor y cuando la debilidad de los poderosos se acentúa, estamos obligados a ir por mucho más que las migajas del banquete de los poderosos y los lotecitos periurbanos de una sociedad sin trabajo y sin futuro , queremos decir : vayamos por tierra para sembrar, semillas para reverdecer y agua para vivir.
No caigamos en el encierro del lotecito propio, no sigamos engordando los cordones de pobreza y hacinamiento de las ciudades, la verdadera felicidad del Pueblo Argentino está en poder disponer de nuestros alimentos libremente y asegurar una vida plena a  nuestras familias desde el arraigo y la cultura rural. Creemos que es el momento de romper con este modelo de destrucción y colonialismo, de entrega de nuestros bienes comunes naturales a las grandes empresas, es el momento de frenar los monocultivos, los agrocombustibles y la minería del saqueo.


- Por tierra para sembrar y generar alimentos para vivir.

Soberanía Alimentaria  y agricultura campesina es Soberanía Nacional.

Grupo de Reflexión  Rural  - Argentina    2 de agosto de 2011.